Encuentro en la estación

Por 2 febrero 2019 febrero 7th, 2019 Relatos

Comenzaba a lloviznar. Caminaba presuroso a su encuentro. Después de mucho tiempo volvería a verla y, como un torrente desbordado, le diría todo aquello que había soñado y repetido cientos de veces en su larga espera.

Y allí estaba ella, al otro lado de la calle, sonriente y serena. Con paso decidido cruzó hacia él y cuando la tuvo delante, enmudeció.

Caminaron por la acera mojada y buscaron una cafetería para compartir confidencias. El lugar no era muy acogedor, pero no importaba, estaba a su lado, frente a él. Le pareció algo distinta, pero tan guapa como la recordaba. Hablaron a borbotones y no dejaron tiempo al silencio.

Él miraba sus ojos, su cara y sus manos. Le hubiera gustado cogerlas, acariciarlas, pero no se atrevió a hacerlo.

Apuraron su encuentro como él hizo con su café cortado descafeinado. En la calle, ahora brillaba el sol y a ella le iluminaba el rostro. Se dijeron adiós y tomaron caminos diferentes. Quería contemplarla por última vez; se giró y la vio con su vestido azul y sus piernas infinitas. Atractiva, bella, lejana.

Recordó las palabras que no pronunció, las manos que no acarició, el beso que no le dio y un inmenso vacío llenó su corazón.

Permaneció inmóvil viendo como se alejaba, con su melena suelta y los zapatos de tacón, que tanto le gustaban. Poco a poco su figura se fue diluyendo y en él aumentando la nostalgia de la despedida.

Ignoraba si volvería a verla. Lo intentaría, porque estar junto a ella era como sentir en la cara la brisa fresca de la mañana. Reanudó su camino y la soñó muy cerca, caminando junto a él.

Se dirigió hacia el coche. Le pareció que estaba más alejado. Regresaba a su ciudad, a su rutina y a su lejanía. Ella ya no le esperaba, pero se llevaba su perfume impregnado en la piel, su sonrisa y su tristeza. Llegaría a casa, encendería el ordenador, se conectaría a facebook y esperaría hasta ver el nombre de ella junto a un punto verde.

Sabía que en esos momentos compartirían su mismo instante. Tan solo deseaba volver a verla, aunque fuera a lo lejos.

Con precipitación y una gran dosis de ansiedad le escribió este breve poema:

Me Gustaría

Me gustaría hacer mía tu mirada,

me gustaría sentir el roce de tus manos,

me gustaría oler el aroma de tu piel,

me gustaría oír tu voz en un susurro,

me gustaría probar el más dulce de tus besos.

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