Solo. Desafiando al infinito. Circunscribiendo su mirada sobre el difuminado cielo, sintiendo el sueño impercibido de su ayer atemorizado y lleno de esperanza, atrayendo la lejanía junto al sentido imperceptible de su tacto, sintiendo la melodía húmeda de esa atmósfera caucásica y distante. Sin lágrimas ni sudores acrobáticos.
Solo. Con el apoyo de su infalible bastón, entre el ocaso y el despertar del alba, en ese mar intangible de figuras rocosas y nubes pasajeras llenas del líquido transparente de la vida.
Solo, pero lleno de libertad.
Desde luego la libertad es una muy buena compañera- Genial Ramón.