¿Me quiere?

Por 8 abril 2019 Relatos

Se había prometido que era la última vez que iba a la floristería. Ya había comprado siete ramos de margaritas, y el dependiente lo empezaba a mirar como si fuera un psicópata, y esperaba ver al día siguiente una noticia en el periódico hablando del asesino de las margaritas.

Cuando llegó a casa, se sentó en el sillón y empezó con la tarea de desvelar el misterio: “me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere…” Todo el suelo aparecía cubierto de hojitas blancas y un montón de capotitas amarillas se alzaba al lado de la pata del sillón. Dejó caer otra con desgana. “No me quiere”. Lo había intentado de todas las formas posibles: si empezaba con “me quiere”, siempre acababa con la negación. Llegó a la conclusión de que todas las margaritas tenían un número par de hojas, así que empezó con “no me quiere”, pero por lo visto, esta remesa era de hojas impares, porque acababa con lo mismo. Terminó con todas las margaritas sin obtener un solo resultado positivo. Estaba hundido, deprimido, casi a punto de llorar.

El causante de sus desdichas permanecía ajeno a todo, dormitando tranquilamente frente a la chimenea. Había notado que últimamente le hacía menos caso. Vale, a veces lo miraba como si lo comprendiera, pero luego acababa haciendo lo que le daba la gana.

Se despertó y desperezó bien a gusto, estirando todos y cada uno de sus músculos. Intuyendo su tristeza, se acercó a él y apoyó la cabeza en su regazo, lo abrazó de una manera torpe y le ofreció su compañía.

Lo que él no sabía es que gozaba de un cariño incondicional, que lo querría aunque engordara, se quedara calvo o hiciera cualquier estupidez como gastarse medio sueldo en margaritas.  Sin necesidad de deshojar ninguna flor, podía estar seguro de que, pasara lo que pasara, su perro lo seguiría queriendo.

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