El Congreso de Cástaras

Por 5 abril 2019 Poemas

Tertulias alpujarreñas

que en la fuente de La Placeta

cuatro caños acompañan.

 

Unas veces sois memoria

porque los mayores

sus recuerdos relatan.

 

Otras veces el sonido del agua

es testigo notorio

de lo que los jóvenes hablan.

 

Y hasta los niños se empapan

durante su convivencia diaria

en tus cristalinas aguas.

 

¡Oh! Escalerillas del Congreso

donde sin poner mucho empeño

puedes debatir el progreso

sentándote en tu escaño.

 

Sois fiel testigo

de historias y secretos

que comentados con respeto

enriquecen a este pueblo.

 

Por eso en tus corrillos hay variedad

unos llegan y otros se van con libertad

aunque lo que oigan

no sea su verdad.

 

Fuente de La Placeta

que con tus cuatro caños hilvanas

conversaciones importantes

y otras menos, pero siempre sanas.

 

Quisiera llevarte conmigo

para contagiar de tertulias

a mi familia y a los amigos

allá donde resido.

Y que seas vehículo y bisagra

con tu tintinear sonido

que tanto fluye la palabra.

 

La Placeta y las escalerillas del Congreso

sin el ruido del agua

no serían nada de eso.

 

¿O serán las escalerillas

quienes enaltecen la palabra

y La Placeta solo la acompaña?

 

Pues tengo dudas de que tanto se hablara

en las escalerillas solo con el sonar del agua

si La Placeta no las contorneara.

 

Llego a la conclusión sencilla

de que no habría tertulia completa

sino al son del agua de La Placeta

y ocupados los escaños de las escalerillas.

 

Maravillosa Cástaras

que sólo con La Placeta, las escalerillas y el agua

a sus habitantes hermana

repartiendo generosamente la palabra.

 

Fuente de los cuatro caños,

de Cástaras la más surtida,

cien años te seguiré escuchando

para seguirme comunicando.

 

Esta última noche… larga,

he dado yo todas las campanadas,

mientras en La Placeta

al principio discurrían Congreso y agua;

pero al final solo tú sonabas

fuente de los cuatro caños

que me has robado el sueño y

a mi alma has vuelto campana.

 

Solo a las ocho rendido he faltado a la cita,

dejándote sola bendita agua,

siendo tú único testigo de las ocho campanadas

que la Torre de la Iglesia daba.

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